La discapacidad intelectual (DI) no es una enfermedad ni un estado fijo, es una condición de relación, es decir, es una forma de comprender el mundo que nos rodea y de relacionarnos con el medio y con las personas; esto es, la discapacidad intelectual no es una forma de ser, es una manera de funcionar en la vida y de reaccionar en diversas situaciones y contextos.
Una característica importante está en los aprendizajes, lo que no significa que se esté impedido para aprender, sino que se hace con ritmos diferentes y apoyos específicos. Todas las personas con discapacidad intelectual tienen la posibilidad de aprender, aunque no necesariamente los programas educativos de las escuelas formales.
Desde hace unos trece años, se comenzó a entender a la DI como un estado de funcionamiento o condición, dejando de identificarla como algo que define a la persona, ya que la DI no es permanente o inamovible y puede variar significativamente en función de los apoyos que se brinden; esto es, la discapacidad intelectual de una persona disminuirá si tiene apoyos que le permitan relacionarse con las cosas y las personas.
Tener DI es Ir por un camino diferente, pues se es capaz de expresar entendimiento, pensamiento y sentimiento; de relacionarse con los demás con lenguajes y signos corporales diferentes a los que comúnmente se conocen; es compleja la comprensión de todas las situaciones que están implicadas en los problemas cotidianos y esto influye en la capacidad para resolverlos, pero solo se trata de ir a un ritmo diferente al caminar, al pensar, al tomar decisiones o al contestar.
Hay diversas causas que provocan la discapacidad intelectual. Algunas se originan antes del nacimiento (mutaciones genéticas, circunstancias específicas durante el embarazo), otras durante el parto (falta de oxigenación, errores médicos) y otras a causa de una enfermedad grave en la infancia. Pero siempre antes de los 18 años.
La discapacidad intelectual puede presentarse en diversos niveles, desde muy leve (la persona requiere apoyo sólo en circunstancias específicas o de forma esporádica) hasta niveles más severos, en los que la persona necesita apoyo en muchos aspectos de su vida (comer, asearse, peinarse, etc.), de forma constante y continua.
A la discapacidad intelectual se le confunde con la discapacidad mental (esquizofrenia, paranoia, etc.) pero son dos diferentes tipos de discapacidad.
En FYAPDI AC trabajamos con jóvenes y adultos con discapacidades múltiples, pues además de la discapacidad intelectual pueden presentar rasgos de autismo y secuelas de parálisis cerebral. No deseamos mantenerlos en la niñez eterna, sometidos siempre a la voluntad de terceros. Consideramos que las personas con discapacidad intelectual tienen derecho a crecer como personas, a participar e incluirse plenamente en la sociedad, a tener igualdad de oportunidad, a lograr su autodeterminación y recibir los apoyos que necesitan para ello.